Hace algunos años, bastantes ya, me
nacieron en este país llamado España. Y pese que no pedí nacer en este país,
con los años acabé queriéndolo.
No siempre me he sentido orgulloso y
hasta en ocasiones he renegado de él. Pero al igual que cuando adolescente,
enfadado con mis padres, renegaba de ser su hijo y suspiraba por ser adoptado.
Un país que en ocasiones pienso que
necesitamos refundar. Que tenemos mucho que mejorar… cierto, y creo que nadie
lo negará. Pero también somos un gran país. Un gran colectivo de personas que
luchan a diario por salir adelante, pese a las adversidades.
Si de algo podemos estar orgullosos
es de ser un país solidario, como lo prueba que seamos el país con más trasplantes
del mundo.
Por eso cuando le veo a usted, señor
independentista con DNI español, quemando la bandera que representa ese país en
el que me nacieron, me está usted ofendiendo. Al igual que a otros millones de
españoles que nos nacieron en este país, sin pedirlo, sintiéndonos orgullos y a
veces avergonzados, pero que nada le hemos hecho y que, cuanto menos, merecemos
su respeto.
Quemar nuestra bandera, silbar a
nuestro himno, es insultar y faltar al respecto de muchas personas que
diariamente luchan por sobrevivir y que en nada ha ofendido a usted.
¿Por qué usted tiene derecho a
ofenderme y en cambio exige le respetemos unos derechos que de manera unitaria
se ha atribuido? ¿Por qué exige lo que es incapaz de respetar en los demás?.
Usted independentista catalán no es
distinto a mí. Creo, como supongo usted, en la unión de todos, en el esfuerzo
personal y colectivo, y no en la donación y la subvención para conseguir las
cosas, pero si en la ayuda al necesitado. Aborrezco, como supongo usted, la
manipulación y los engaños de los insaciables “falsos patriotas” de ambos lados
(y que en el fondo, son lo mismo).
Estoy, como supongo usted, harto de
politiqueo, corrupción, engaños y mentiras, del odio al compatriota y del abuso
de poder.
Como ve, no somos tan distintos. Si
hace una pequeña reflexión verá que tenemos más cosas que nos unen que las que
nos separan.
Y me voy a permitir decirle lo que
nos separa. Nos separan unos políticos egoístas y de bajo perfil, que solo se
preocupan de sí mismos y que en la confrontación entre hermanos, hayan un resplandor
que a nadie deslumbra.
Yo no me siento, ni soy, distinto a
usted y por supuesto, no soy su enemigo. Podemos defender posturas diferentes,
pero eso no nos hace enemigos, en todo caso adversarios.
Sus insultos a todos los españoles, viéndonos
como sus enemigos, quemando la bandera
que cobija a muchos y silbando al himno que significa tanto para otros, solo
genera rechazo. Y nada de todo eso legitima su postura, más bien todo lo
contrario.
Olvida usted, o mejor dicho, le han
negado la posibilidad de percibir, que en la variedad está la riqueza. Esas
cosas que en apariencia distinguen catalanes de andaluces, vasco de valencianos
o gallegos de murcianos, nos enriquecen como colectivo, como país.
Su idioma, el catalán, me enriquece
como español. Pero a su vez, la alegría del andaluz complementa su carácter catalán.
La eficiencia de los vascos, beneficia al resto. En definitiva, juntos sumamos,
nos complementamos y ganamos.
Tus derechos, son mis derechos.
Nuestras leyes, son vuestras leyes.
Apartémonos del abismo que supone
vulnerar la ley.
La vulneración del
derecho y la ley, la injusticia, la desigualdad y la impunidad son marcas
distintivas de nuestro mundo, de su y mi Cataluña y de mí y su España. Siendo responsabilidad de todos los gobiernos actuar
para acabar con el abismo que separa lo que se dice de lo que se hace. Siendo responsabilidad
de los gobiernos buscar lo que nos une sobre lo que nos separa.
Señor independentista, para
finalizar quiero hacer con unas preguntas al aire, que no dejan de ser un intento
de reflexión. ¿Si la deriva a la que hemos llegado en Cataluña finalizase con
la muerte de alguien que ocurriría? ¿Qué les diríamos a sus familiares? ¿Y si
fuese un familiar directo suyo? ¿Un problema como el que se ha creado artificialmente
justificaría una muerte?
Sinceramente, desde mi modesto punto
de vista, no. Y seguro que en esto tampoco
somos diferentes.