Cuarenta años no son nada y a la vez son un mundo, toda una vida. Pareciese
que con cuarenta años se es joven, pero visto la historia reciente y no tan
reciente de esta nuestra España, cuarenta años de vigencia de una norma es una eternidad.
Con altibajos, con crisis y circunstancias de todo tipo, estos últimos
cuarenta años, sin la menor duda, han sido los años más prolijos de la historia
de nuestro país.
Nada es perfecto, pero si esa imperfección ha servido para progresar y
vivir en paz, no podemos por menos que celebrarlo.
De su promulgación y votación poco recuerdo. Era muy joven, casi un niño,
para tener conciencia del momento que se estaba viviendo. Pero con los años he
aprendido a valorar lo importante que puede ser para la vida de un pueblo, una
norma que dote de normalidad jurídica y democrática la convivencia.
Cuarenta años después, una mirada retrospectiva constata todo lo que hemos
avanzado juntos. Como pueblo, como nación y como parte integrante de, hasta
entonces, una lejana Europa.
Pero hoy, en su cuarenta aniversario, no quiero y me es imposible ignorar
los estragos causados por la crisis económica, los casos de corrupción o el
intento rupturista del independentismo de Cataluña.
El 6 de diciembre 1978 los españoles ratificamos en referéndum el texto que
daba forma a la Constitución. Cuarenta años después esa España ya no existe,
dando paso a una España moderna, pujante, llena de complejos, navegando por
Europa como una grande, sufriendo los devaneos económicos de un mundo
globalizado y con una parte de su territorio pugnado por secesionarse.
Pero si algo tienen en común esas dos España, la del 78 y la del siglo XXI, es la columna vertebrar que
ha supuesto ese marco jurídico que nos dotamos y que sigue vigente.
Creo que nadie se atreverá a dudar de que esa nuestra Constitución del 78, ha supuesto para nuestro país,
democracia, libertad y progreso. Consiguiendo cimentar y cohesionar
nuestra sociedad, como ninguna otra norma en nuestra historia lo había logrado.
En mi opinión, los valores del 78, que alumbraron nuestra norma suprema,
siguen vigentes y este pequeño artículo quiere contribuir a celebrarlo, sin
negar la posibilidad de una necesidad de adaptación al siglo XXI, que la
revitalicen para que perdure al menos otros cien años. Hay que conseguir recuperar
la ilusión por una norma de paz y convivencia.
Y la pregunta, ahora, podría ser: ¿es posible una Constitución mejor? y posiblemente
la respuesta sea sí. Sobre todo porque creo firmemente que todo es susceptible
de mejora. Pero eso exigirá la apertura de un amplio y sesudo debate.
Todo aniversario requiere un análisis y debate, ya sea personal o
colectivo. Además, si el aniversario coincide con una fecha redonda como son
los cuarenta años, el repaso se debe tornar de sosegado a imprescindible.
Un debate y análisis, que se va a tornar muy complicado hacerlo
aislado de la realidad social que vivimos. Un debate y análisis que debemos
hacer escrutando la realidad social que disfrutamos.
Un debate y análisis en un momento donde la cuestión territorial abierta está candente, con la monarquía en
cuestión, con un protagonismo inesperado del poder judicial y con el triste
estreno de un artículo diseñado para la excepción: el 155.
Pero ese debate y análisis a nuestra Carta Magna
debemos realizarlo sin dejar de recordar que sin ella España no sería ahora lo
que es para nosotros y para el resto del mundo: la quinta economía europea, la
cuarta de la zona euro, y un país a la cabeza en desarrollo social, una nación
próspera y fuerte, un proyecto común y solidario.
No podemos olvidar lo que nos ha
traído hasta aquí y cuáles son nuestros orígenes. La Constitución era y es el
mejor instrumento para construir un futuro común, sin que ello signifique que no pueda y
deba de ser mejorada y adaptada a los nuevos tiempos.
Considero que es muy importante que seamos capaces de no perder de vista la
importancia del respeto a las normas. Son un elemento fundamental para
garantizar la convivencia entre todos.
En este tiempo que vivimos, hay que recordar que nuestro marco normativo es
el que favorece la tolerancia y el entendimiento.
No puede haber progreso sin acuerdo. Nuestra Constitución, esta que hoy
cumple cuarenta años, fue fruto del pacto entre los distintos estamentos que
componen nuestra sociedad. Sólo el respeto al marco normativo puede conjugar la
convivencia y la discrepancia.
Por eso, creo que hoy 6 de diciembre debe ser un día de celebración para
todos, independientemente de nuestras sensibilidades o ideologías. La
Constitución nos permite disfrutar de nuestros puntos en común y armonizar
aquellos en los que pensamos diferente.
Feliz cuarenta aniversario a todos los españoles.
Maravilloso!!!
ResponderEliminarFeliz día Antonio.
Gracias!