Viajar de
incógnito, cuando tu pueblo sufre la realidad de un engaño. Pedir que un pueblo
se movilice, se jueguen su patrimonio y, en ocasiones su físico, mientras
ellos, a buen recaudo “ponen” su
patrimonio y los dirigen desde suntuosos despachos… Así, es fácil “hacer política”. Así se engaña a todo
un pueblo. Así se hace propaganda de una quimera. Así se agita una sociedad
contra sí misma.
Movilizaros por mí.
Luchar por mis intereses, que yo os haré creer como vuestros. Y si el tema se
tuerce, yo me salvaré por vosotros.
Parece algo de una
película barata. Un guión de aficionado, que está ocurriendo en una realidad
que se llama Cataluña, España.
Dirigentes sin
escrúpulos movilizan la calle a su antojo. Inoculan un sueño irreal, a
sabiendas de las desgracias que se les viene encima, y a las primeras de
cambio, huyen arrogándose un victimismo impropio y halo de dignidad, que
engrandece aún más, si cabe, su miseria.
Así es la calaña de
algunos políticos.
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